Las llantas son un elemento clave en la seguridad de tu vehículo. Saber cuándo es mejor repararlas y cuándo es necesario cambiarlas puede evitar accidentes y garantizar un manejo seguro. A continuación, te explicamos en qué situaciones es recomendable cada opción.
Cámbiala sin dudar si…
Hay daños graves que comprometen la estructura de la llanta. Específicamente, debes reemplazar tus llantas si:
- El daño está en los costados o en el hombro de la llanta. Estas zonas son fundamentales para la estabilidad y seguridad del vehículo, por lo que una reparación no sería segura.
- Presenta grietas, deformaciones o ampollas visibles. Estos signos indican un desgaste avanzado o un posible fallo estructural.
- La banda de rodamiento tiene menos de 1.6 mm de profundidad. Una banda desgastada reduce el agarre, aumentando el riesgo de accidentes, especialmente en condiciones de lluvia.
- Ya fue reparada varias veces o presenta daños extensos. Reparar reiteradamente una misma llanta compromete su estructura y seguridad.
Considera repararla si…
Si el daño es leve y está en una zona segura, reparar puede ser una excelente alternativa. Puedes optar por la reparación si:
- El daño está en la banda de rodamiento, ya que esta zona está diseñada para resistir impactos y perforaciones.
- La perforación es menor a 6 mm. Agujeros pequeños en la banda de rodamiento pueden ser sellados de forma segura.
- No presenta cortes ni deformaciones en los costados. Esto garantiza que la estructura de la llanta sigue siendo estable.
- No tiene desgaste irregular. Las llantas con desgaste disparejo suelen tener problemas de alineación o balanceo, lo que puede afectar la reparación.
Reparar una llanta puede ser una solución rápida y económica en algunos casos, pero si los daños son graves o comprometen la seguridad, el cambio es la mejor decisión. Si tienes dudas sobre el estado de tus llantas, en Llantas & Tires podemos asesorarte.
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